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I like having enemies (but not them).

lunes, 26 de septiembre de 2011

Me gusta tener enemigos.


Ala, venga, rápido, como el que se mete en la ducha con agua fría de buena mañana, temerosos del invierno marcados con las cicatrices que las sábanas estampan en sus cuerpos durante la noche.

¡Enemigos! Entrada atípica de reflexión en este lunes, en el que me ha dado por repasar mi lista negra de personae non grata, con el fin de averiguar si puedo aprovecharme en algo de su existencia, entre otras cosas.

¿Cómo es que alguien se crea enemigos? Buena pregunta para seguir enlazando el tema, y en mi concreto caso responderé diciendo que por lo que he ido investigando, muchos enemigos aparecen a causa de plantear repetidamente, a la largo de mucho tiempo, ideas y argumentos contrarios a los que yo propongo, lo cual quiere decir que: a) Tengo algunos argumentos bastante sólidos (a.1-aunque ellos también, por lo que inconscientemente estoy halagando a mis enemigos) b) Mi capacidad de oratoria y negociación no funciona con todo el mundo (Damn it, Benjamin Linus!) c) No hay más sordo que el que no quiere oír. d) Más cosas que no vienen a cuento.

Y es que teniendo enemigos uno tiene motivos por lo que mejorar, por lo que ser más y mejor en aquello bueno que haga (o en aquello en lo que Su Enemigo sea mejor), motivos para levantarse por la mañana, por cuestionables y deleznables e incluso estúpidos que estos sean, son la chispa suficiente para encender el fuego de la destrucción del templo a la procastinación, es hora de ponerse las putas pilas, muchachos.

Si algo he de otorgarles, es que algunos de ellos han contribuido a modelar mi personalidad y a perfilar ciertas habilidades, como un lenguaje rápido en el cuerpo a cuerpo, cargado de veneno y de ganas de hacer daño en algunos casos. Por contra no siempre consigo controlarlo, gajes del oficio de supervillano. Dejan su marca como coches dejan manchas de aceite en calles donde sus dueños se aprovisionan e ingieren drogas.

¡Pero oh, giro del destino! Hay algunos de ellos que olvidan sus intenciones y odios y planean al tiempo desenemistarse de uno, volver a ser parte del círculo social traicionado, volver como si nada hubiera pasado. ¡Malditos sean estos falsos enemigos! Ni fiarse uno puede de quienes no debe fiarse, habráse visto.
Servidor mira, observa, sabe que es bueno actuar con la cabeza fría, dueño entonces de sus circunstancias y de sus palabras, y no se fía, pretende desenmascarar al ex-ex-amigo, descubrir sus intenciones, patear su ego. Y el verdadero problema surge cuando las disculpas son sinceras, las palabras no están vacías y los ojos no engañan, porque entonces, ¿Qué hacer con su legado, con su directa herencia?¿Qué hacer con esta armadura que me he forjado durante todos estos años pensando en protegerme?¿De qué me protejo ahora?
Uno de los pilares que más me sustentó en tiempos se resquebraja y está a punto de partirse, pero me brinda una última reflexión:

"Eres tus enemigos"

Perdonando a mis enemigos me pierdo a mí mismo, me condeno a seguir perdonándoles, a construirme y destruirme y buscarme y perderme por siempre jamás. No perdonándoles me engaño y me miento.



Me busco en los demás porque me pierdo en mi interior.



Canciones para tomar drogas malsanamente, volumen 3:

Orange Goblin - "Hand of Doom" (versión de Black Sabbath)

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