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Basura mental [9]

martes, 18 de septiembre de 2012

Cinco minutos, antes de continuar.

Un pequeño descanso que utilizo para hacer balance de mi todo y de mis nadas, mientras repaso una vez más la lista de ambiciones y sueños y rencores que me sacan de la cama cada mañana, porque cada mañana es más difícil, y me tengo que repetir constantemente quién soy, y qué busco, y qué quiero.

Son tiempos interesantes, mirando los días que se avecinan con una ligera sonrisa y sin darle demasiada importancia al hoy, al mañana o al ayer. Al ahora es otra cosa.

A punto de acabar de sacar la basura, según parece.

Puedo convertir mis días en lo que yo quiera, sñolo con pensar en ello intensamente. Puedo hundirme hasta el fondo y cavar para sentirme aún peor, puedo elevarme y pesar que mañana será otro día, que llegaré a casa, me ducharé, comeré algo y me iré a dormir, a ver si se me pasa, o puedo hasta autodestruirme un poco más para seguir adelante.

Curioso el precio que debemos pagar para seguir de pie. Me mato un poco más para seguir con vida un poco más. Me sieto mejor cuando me siento peor. Las canciones tristes me hacen feliz. Inversamente proporcional way of life. Cotradicción, dualidad, perpetua pérdida y ganancia.

Debo escribir para el blog común. Lo sé, Rafa. Lo siento, Rafa.

Esta tarde, acabo los deberes y me pongo con eso, que te debo el ecahrte un par de cables y un par de historias.


 Basura mental, vol. 9 & Canciones para poner los pelos de punta, volumen 10:



Joy Division - "Warsaw"

Basura mental [8]

jueves, 13 de septiembre de 2012

Pasando por todos los estados mentales imaginables a la par que trato de perfeccionarme en mi arte, condensarlo todo en una serie de frases que brillen, que iluminen, que sacudan conciencias y que hagan que los muertos se revuelvan en sus tumbas.

Con el poder de hacerlo todo y con la sensación de no poder nada, de momento intento seguir aprendiendo lo que se me ponga por delante, aprendiz de todo, maestro de nada, dicen las malas lenguas.

Aprendiendo de todo, tal vez diluya mis misterios y mis fantasmas.

Aprendí con el tiempo que si me muerdo la lengua me enveneno, de ponzoña y rabia que están llenas mis palabras, las más de las veces, por lo que todo lo que está aquí dentro, en esta, mi cabeza y en todas y cada una de las palabras que conforman las entradas del blog; aprendí a fuerza de intentarlo que el objetivo de sentarme tanto rato ante el teclado no es otro que el de sanarme un tanto, de hacerme ver que soy inmune a mi veneno, que a veces yo mismo soy mi peor enemigo.

En verdad, no hay nada nuevo bajo el Sol, que decía el Rey Salomón, pero todo está hecho y todo está por hacer, le contesto.


 Basura mental, vol. 8 & Canciones para poner los pelos de punta, volumen 9:



The Melvins - "Hooch"

Moby Dick [3]

lunes, 3 de septiembre de 2012

¡Con qué valentía procuro arrancar del corazón ajeno lo que he anclado con tanta fuerza en el mío!

...Dice Ahab poco antes de acabar su viaje y de poner punto y final a una historia leviatánica y de leviatantes, cuyo volumen hace honor al ser al que hace oda y al que rinde culto y pleitesía.

Una obra que es un canto al mar, a la artesanía, a la locura, a la solemnidad de los mares y a la soledad, donde los hombres dicen conocerse a sí mismos.

"¿Es Ahab, Ahab?" nos hemos preguntado en más de una ocasión, cuando no nos reconocemos y dudamos de quiénes somos, cuando lo desconocido nos aturde mostrándose, y nos confunde revelando nuestros propios misterios, nublando a la vez vista y juicio, anulando la acción, evitando el recuerdo, condenándose de nuevo, hundiéndose en el océano que es nuestro interior, de nuevo.

Dando forma y maldición al arpón con el que alcanzamos a la Ballena Blanca -que no es para cada uno más que nuestra propia autodestrucción, que se alimenta de todo lo que encuentra a su paso- vamos pasando los días, vamos dejando pasar los días. Nos vamos encegueciendo en nuestro odio, y suplimos nuestras carencias con nuevas extremidades hechas de marfil, imperecederas, eternas, invulnerables, y aún conservando el recuerdo de nuestros errores, convertidos en hormigueo de miembros fantasmas que ya nunca podremos recuperar, seguiremos acabando con nosotros, porque somos una obra perfecta de entrada, que no puede más sino destruirse, agrietarse, quebrarse poco a poco, irremediablemente, mientras vemos pasar la vida ante nuestros ojos.


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