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Moby Dick [2]

lunes, 27 de agosto de 2012

Sin temor a equivocarme, afirmo que es el libro más duro con el que me he encontrado. Y no porque no esté interesante, ojo, sino porque las descripciones que hace Melville son muy ricas en detalles y en reflexiones y comparaciones, hasta el punto de tal de tener que volver a empezar muchos capítulos para seguir entendiendo a qué nos enfrentamos. A qué, cómo y con qué.

Capítulo por día si el sueño, el alcohol y mis desquiciantes quehaceres me dejan la cabeza libre el suficiente rato como para embotarla otra vez.

Me queda la última tercera parte y Moby Dick apenas ha hecho aparición... lo mejor está por llegar.

Basura mental [7]

martes, 21 de agosto de 2012

Segunda parte del serial.


Ayer noche, después de las 2 am. Cojo una botella de agua fría de la nevera. Quería salir al balcón a tomar el aire y pensar un poco. Mis vecinos gitanos estaban fuera, en el patio de vecinos. A juzgar por sus voces es mediodía. No lo es. No tengo nada en contra de ellos, pero no les saludo, y esto es aplicable a la mayor parte de gente que me encuentro y que conozco. Aplicable incluso a gente con la que tengo buena relación. Veces y veces he girado una esquina que no estaba en mi ruta o he esquivado una calle o he huido, sin más, por no querer ver a alguien. Soy cobarde, la mitad de las veces, soy soberbio, la otra mitad. Como Jim Morrison, arrogante y frágil. Si no es mi día, simplemente no es mi día, y no hay nada que nadie pueda hacer por sacarme del pozo que yo mismo cavo.. Sólo dejarme tranquilo. Ya se me pasará un día de estos. Vivo encerrado en mis propias normas, en mi propio aislamiento, prisionero en mi propio mundo.

Quería salir al balcón a pensar, decía, pero preferí quedarme en el comedor, tumbarme un rato y tratar de relajarme. Mi espalda estaba dolorida de dormir en tensión los últimos (¿días, semanas, meses?) tiempos y acabé hablando conmigo mismo, aconsejándome que tratara de dejar de luchar contra el colchón, descansar no debe suponerme un esfuerzo, joder. Enumeré las cosas que debo hacer. Tuve la idea de hacer una lista. A la mierda, me dije. De las listas que he hecho a lo largo de mi vida, no se si he sido capaz de completar si quiera una. El señor M32 y yo bromeábamos sobre hacer una lista con qué hacer con las listas pendientes. Por lo que, si tengo cosas que debo hacer y están sin hacer, es porque no las quiero hacer, entonces, ¿por qué molestarse? Si estoy tratando de aflojar un poco el ritmo, que le jodan a todo. Lo haré cuando sea indispensable para seguir respirando. Esto es culpa mía y de nadie más, me veo de pequeño dando largas en el colegio para no entregar trabajos, para no tocar la flauta en clase de música, para no entregar los putos trabajos manuales que nunca supe hacer como el profesor me pedía, poniendo excusas y largas y mierdas para salir del paso, olvidarme del asunto lo más rápidamente posible y empezar a pensar en otra cosa. Claro que uno se sentía mal después; cuando las cosas no salían como uno pretendía. Cuando el pan era un éxito, encerrábamos las pruebas y tirábamos la llave. Ese evitar enfrentarme a lo que tengo delante y a lo que tengo que hacer me lleva por el camino de la amargura, en algunas cosas, y exploto cuando la presión me puede, cuando me puedo a la presión, cuando me presiono demasiado, y mira que aguanto, que soporto, que resisto, pero sé que me voy a romper si no soy yo mismo el que me tiende un puente y me echo un cable.

Estiré los brazos en la oscuridad, hacia el techo. No sabía porqué tomaba esa posición, pero me estaba relajando. El estrés de vivir un sin vivir, ahogándome en un vaso sin agua, huyendo de espejismos y corriendo en todo momento hacia ninguna parte hace que tenga la espalda perpetuamente tensa, y a veces siento pinchazos en el cuello, como si alguien me pellizcara para hacerme ver que no estoy en un sueño, que esto es de verdad.

Finalmente, después de un rato tumbado en el sofá, pensando en estas cosas y algunas otras, suelto todo el aire de mis pulmones, cojo aire de nuevo intentando serenarme y dejar la mente en blanco sólo por un segundo, y me digo que no puedo seguir así, que necesito un respiro, y puede que un abrazo.


Basura mental, vol. 7.



Horroróscopo

Años hacía que no leía mi horóscopo.

No recuerdo porqué dejé de hacerlo, pero tampoco se me ocurre una razón por la que hacerlo.

Empate por puntos.

Pregunta lícita es, después de esta barata y gratuita reflexión, por qué lo he vuelto a leer.

Descubrí una página genial, de novedades culturales y alto contenido freak, con unos artículos bastante interesantes, échenle un vistazo, anda.

 http://www.chilango.com/

Es una absoluta pena que todos los sitios que recomiendan estén en México. Los artículos valen la pena igual, ¿eh?

Lo dicho, en una de las entradas me encontré estos "horrorórcopos", y he aquí el de mi signo.

Piscis
Tu ascendente define tu depresión. Por eso te estás poniendo borracho todos los días. No hay más qué hacer. Déjate llevar. Si te toca amanecer sin pantalones en medio del parque, ¿qué diablos?, culpa a tu signo. Con lo que sí debes tener cuidado es con los bichos que están en tu cocina. Es hora de lavar los platos. Tus números de la suerte: 666. Ah, y 69.



Bonita reflexión. Aplicando en tres, dos, uno...

Frases que dice mi madre [1]

sábado, 18 de agosto de 2012

Por lo que he oído, es muy difícil cortar a un ser humano en pedazos.

Vale, un segundo.

La historia que hay detrás de esta frase es la siguiente: Sábado a mediodía, mi madre y yo estamos comiendo viendo las noticias. La policía canadiense ha sido alertada de que se han encontrado dos manos, un pie y una cabeza seccionados en el curso de un río, por lo que están trabajando con perros para tratar de encontrar el resto del cuerpo, suponiendo que esas partes sean de la misma persona. No ha trascendido si han encontrado dos manos opuestas o dos manos izquierdas (véase esto. Nota: sólo necesito que vean los 10 primeros segundos del vídeo. El resto es cosa suya.), por lo que no puedo hacer una predicción lógica.

Mi madre ha visto mucho CSI, y esto no es una broma que va a pelo a esta anécdota, esto es cierto. Como también lo es que ella pensaba que tenían poderes (poderes en CSI?) cada vez que hacían una explicación de un caso, o una herida, o una conjetura y se ampliaba el plano de la cámara hasta lo microscópico.

Poderes.

La ostia, madre.

Volviendo a la frase, mi madre recordó la explicación que da la forense en un caso donde el cadáver llevaba muerto unas 20 horas, y luego se complacía en compartir con los demás una serie de precauciones y consejos para quien se le ocurre deshacerse de un cuepo cortándolo en pedaos. Tomo nota con especial atención.

PD: Ahora, a parte de explicar cosas que me pasan, podrán deleitarse con las situaciones que me rodean y las frases extrañas de mi día a día.

Disfrútenlo.

Moby Dick [1]

sábado, 11 de agosto de 2012

En una semana suelo leerme dos o tres libros, según la semana, lo que salga yo esos días y según libro en sí, por supuesto. El hecho de saber que este libro iba a acompañarme como mínimo un par de semanas se me hace raro, acostumbrado a despedirme de los libros en pocos días.

Claro que conocía el libro, evidentemente, y hace mucho tiempo que lo tenía pendiente. Me daba un poco de respeto el enfrentarme a un libro con casi 700 páginas porque, aunque me he leído libros más grandes, hace mucho que no lo hago y, además, es un libro del siglo XIX, y la literatura de siglos pasados a veces puede atragantarse un poco. Aún tengo una cuenta pendiente con El Quijote por culpa de eso.

La primera vez que recuerdo que alguien me habló de Moby Dick fue el señor M32, para señalar el hecho de que, finalmente, encontré el libro de Solaris. Llevaba buscándolo un par de años sin éxito y al final encontré una reedición nueva, bastante cuidada y con una nueva traducción.

Con el tiempo fui observando más referencias al libro, siendo la más llamativa la del disco “Leviathan” de Mastodon, en el que todas las canciones hacen alusión directa al libro y a los pensamientos de los protagonistas.

He salido un poco esta semana, así que no sigo un ritmo marcado con este libro, pero ya casi me he leído una tercera parte. El capitán Ahab acaba de aparecer y nada se sabe aún de sus intenciones. La figura del capitán, con la poca información de la que dispongo hasta ahora, atrae muchísimo mi atención y mi curiosidad. No en vano tantos otros lectores (y escritores) se han visto fascinados por él. La dignidad de un dolor arrogante, dice Melville. Acaba de presentarlo y mira de qué manera.

¿Cómo no te va a llamar la atención?

Iré avanzando en mi relato sobre la lectura del relato a medida que vaya leyendo y pensando sobre el libro. Pero tiene pinta de que me va a dar mucho y muy buen material para reflexionar.

Les voy contando.

Basura mental [6]

viernes, 3 de agosto de 2012

Cuando empiezo a sentir cómo no controlo las cosas que murmuro es cuando sé que hace tiempo que vivo bajo demasiada presión.

El hecho de decidir hacer o no hacer algo que va contra mis impulsos me destroza los nervios. Alguien muy cercano me dijo hace tiempo que tenía que tratar de ceder más ante mis impulsos y vivir con algo más de libertad. Argumenté que no podemos seguir todos nuestros impulsos, hay algunos que debemos reprimir. ¿Cómo decidir qué impulsos reprimir? ¿Siguen siendo impulsos si han tenido que pasar una criba para decidir si son permisibles o desechables?

¿Y qué hay de los falsos impulsos? ¿Aquellas cosas que creemos que queremos hacer, que pensamos que deseamos con todas nuestras fuerzas, y que cuando llegan, la ilusión y el deseo no aparecen por ningún lado? ¿Son más nuestras ganas de tener un deseo? ¿Engañarnos a nosotros mismos con falsas metas, asumibles, pero inocuas, livianas y vacías a su vez?

¿Y por qué tantas y tantas veces mis impulsos me hacen querer hacer cosas que no debería hacer, o que no quiero hacer, o que me arrepentiré de hacer? ¿Puedo arrepentirme de un impulso si es algo que está fuera de mi control? Teniendo eso en cuenta ¿por qué no hacer cualquier cosa y luego achacarlo a impulsos?

¿Y cómo es que tengo impulsos que están en desacuerdo conmigo mismo? ¿Qué es esta mierda? ¿Cuántos estamos aquí dentro, en mi cabeza?

¿Tantos, en serio?

En definitiva, sigo queriendo dejarme llevar por mis impulsos pero no me lo permito. Mi autoexigencia es un lastre difícilmente solventable. ¿Y por qué querría yo hacer cosas que a priori no quiero hacer en realidad? ¿Qué espero de mí mismo?

A veces siento que tiran de mí en direcciones opuestas, mientras se me rompe la mente en el proceso.

He aquí la magia de estar loco.



Basura mental, vol. 6.

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