Powered By Blogger

Moby Dick [3]

lunes, 3 de septiembre de 2012

¡Con qué valentía procuro arrancar del corazón ajeno lo que he anclado con tanta fuerza en el mío!

...Dice Ahab poco antes de acabar su viaje y de poner punto y final a una historia leviatánica y de leviatantes, cuyo volumen hace honor al ser al que hace oda y al que rinde culto y pleitesía.

Una obra que es un canto al mar, a la artesanía, a la locura, a la solemnidad de los mares y a la soledad, donde los hombres dicen conocerse a sí mismos.

"¿Es Ahab, Ahab?" nos hemos preguntado en más de una ocasión, cuando no nos reconocemos y dudamos de quiénes somos, cuando lo desconocido nos aturde mostrándose, y nos confunde revelando nuestros propios misterios, nublando a la vez vista y juicio, anulando la acción, evitando el recuerdo, condenándose de nuevo, hundiéndose en el océano que es nuestro interior, de nuevo.

Dando forma y maldición al arpón con el que alcanzamos a la Ballena Blanca -que no es para cada uno más que nuestra propia autodestrucción, que se alimenta de todo lo que encuentra a su paso- vamos pasando los días, vamos dejando pasar los días. Nos vamos encegueciendo en nuestro odio, y suplimos nuestras carencias con nuevas extremidades hechas de marfil, imperecederas, eternas, invulnerables, y aún conservando el recuerdo de nuestros errores, convertidos en hormigueo de miembros fantasmas que ya nunca podremos recuperar, seguiremos acabando con nosotros, porque somos una obra perfecta de entrada, que no puede más sino destruirse, agrietarse, quebrarse poco a poco, irremediablemente, mientras vemos pasar la vida ante nuestros ojos.


0 comentarios:

Seguidores

Creative Commons