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Miedo y Asco en Londres [3]

sábado, 16 de febrero de 2013

Por extraño que parezca, esta vez en Londres no he tenido tiempo ni ganas de hacer turismo o de investigar por la zona en búsqueda de alternativo divertimento. Me duele la cabeza ahora mismo, pero no es por el trabajo que ando haciendo aquí, que también, sino por las pintas de Kronenbourg que nos sirve la hermana gemela de Daphne Rosen en el bar del hotel. Cómo decirle que no.

No he parado quieto estas ultimas semanas, y más que me queda, atendiendo a la inquietud que me aplasta y perturba el sueño. Me despierto una media de 2 o 3 veces durante la noche, y normalmente me cuesta una hora larga recuperar un ritmo adecuado para dormir. Mi dormir normal siempre sido dormir mal, desde que recuerdo, por lo que me sorprende que me sorprenda esta dificultad para descansar de noche.

En resumidas cuentas, estoy en la sala de control de emergencias de otro hospital londinense, maravillándome de las desgracias que en un dia pueden llegar a producirse en el maldito sistema que he de solucionar. Estoy teniendo suerte, de momento todo va como la seda, y no lo tenía nada claro al llegar, por lo que me puedo ir a casa contento, al menos por lo que a la instalación respecta.

Me planteo algunas cosas, estos días, pero no estoy llegando ninguna conclusión, y tampoco me parece que vaya a arriesgar hacia ninguna dirección, siendo sincero. Me engaño yo solo imaginándome en otras realidades y otras situaciones, cuando yo mismo me ofrezco y me niego su existencia. Mi mente como vorágine creadora y destructora de ilusión, fuerza, mentira, decepción. Como decía Palahniuk: "Dos pastillas. Dos copas. Repetir."

Me alojan en una habitación con una cantidad ‘minimalista’ de muebles y decoración, y me imagino un piso decorado asi, y yo viviendo en él, y pasando página, y sobreviviendo a mis terremotos mentales, y viviendo una verdadera vida, al margen de esta manera filtrada de sentir las cosas.

Por lo que, concluyendo, nada cambia si no tratamos de que nada cambie.



PD: Escribiendo esto, una de las telefonistas de la sala me pregunta que qué ando haciendo, y qué hago solo delante de tanto ordenador, se sorprende de que sea de Barcelona, me pide que le diga algún buen sitio para alojarse, (como si yo me alojara en hoteles en la ciudad en la que vivo) le prometo decirle algunos buenos sitios donde comer. Hablamos del tiempo, de la nieve, le digo que hace 3 años nevó en Barcelona, se cree que le tomo el pelo, le digo que aquí hace gélido comparando con la temperatura barcelonesa. Se disculpa con sus compañeras por tardar en volver, me dice que luego hablamos y vuelve a lo suyo, y yo a lo mio.

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