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Simón dice [3]

domingo, 22 de marzo de 2009



Gracias al gran agobio mental que experimento estos días, más el hecho de que vuelve a temblarme el ojo (lo hace desde hace tiempo, cuando estoy desesperado, cansado y mohíno) y en particular, gracias a mis profesores, mi trabajo no remunerado, el futuro y presente proyecto del módulo, mi ruina económica y todo ese tipo de cosas que ya casi me gusta sentir, esto escribo:


TRES


Simón dice:


Es difícil.


Estar solo y que no importe.
A mucha gente pone nervioso y se confunden en borracheras semiautomáticas, en las que socializan más de lo que saben y pueden. Y al día siguiente se compadecen de si mismos y se odian, se caen mal.
Estar solo no es divertido, a poca gente gusta y a aun menos gente importa.
Pienso en la cantidad de veces que me he emborrachado y dicho todo lo que me pasaba por la cabeza sin pensar lo mas mínimo, soy gracioso. Me creo gracioso y me lo paso bien. Me paso el día siguiente vomitando y pensando en morir, y me paso el día durmiendo y odiando mis demonios, ellos que siempre están ahí.
Agobia, en realidad, el estar solo, el vivir solo, el no tener nadie con quien hablar o con quien sentirte cómodo.
Pero lo que en realidad más agobia es estar solo y a la vez rodeado de gente.
Siempre hay ahí para mí un círculo social, con sus más y sus menos, con sus más serios y menos serios. Nunca se está del todo solo.
Eso es una verdad absoluta. Por mucho que apetezca negarla. Es jodido sentirse solo con gente enfrente.
En realidad acepto mi círculo social semipredefinido por mi personalidad y por las drogas que consumo, los sitios a los que voy y las cosas que hago. No me queda otra, son quienes más se parecen a mí, y tal vez por eso nunca nos llevemos del todo bien y nos odiemos, nos odiamos, de eso no hay duda, en menor o mayor grado. Muchas veces no podemos ni vernos y fingimos no darnos cuenta de que estamos ahí. Luego viene cuando hace falta un oído amigo para retratarse como el ser humano lamentable y pasional que uno en realidad es. Somos humanos, o eso decimos. Civilizados, o eso nos creemos. La única verdad del mundo es que nacemos y morimos. Siempre solos. Y no hay porqué escudriñar el horizonte o el mañana pensando qué me pasará o qué problemas tendré que resolver, la vida es improvisar. De lo bien que aprendas depende tu felicidad, y para aprender de verdad tienes que sufrir. Vamos, que pasamos la mitad de la vida aprendiendo a ser felices y la otra mitad buscando la felicidad. Y cuando quiero darme cuenta me ha atropellado un autobús, o se me ha desarrollado el cáncer, o me he matado sin pensar.


La vida es estar solo.

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