[Lo primero es lo primero, y es agradecerles el récord de comentarios al que llegó el blog en la entrada anterior. Sigan por esa senda, hagánme el maldito favor.]
Y entonces vi que hay gente que, a través de sus obras, sabe expresar lo que quiere cuando quiere y como quiere, que sabe conmover, que sabe hacer daño cuando se trata de eso, que sabe decir cosas sin palabras, que sabe las palabras exactas a usar en el momento perfecto, que hace llorar, reír, trasnochar si hace falta, que pone la piel de gallina, los pelos de punta, los nervios a punto de quebrarse, que es capaz de abrirse y mostrarse tal como es, mostrarle a los demás cómo son en realidad.
Y entonces pienso, y pienso esto:
1.- No sé hacer eso.
2.-Quiero aprender a hacer eso.
3.-Ya sé hacer eso, pero no lo sabía.
4.-No sé cómo hacerlo, pero ahora tengo un fin, que justifica mis medios.
5.-Llevo tiempo obligándome a hacer cosas, forzándome a seguir el curso de los acontecimientos, cerrándome los ojos para vivir una vida que no es mía. Es cierto que no sé siquiera dónde empezar a buscar, pero esa podría ser la parte más importante del camino. Sé que valgo para muchas más cosas, que me estoy dedicando a aficiones insulsas y que no hay gran cosa que me llene como persona. Eso sí, cuando encuentro algo (cuando LO encuentro, que diría Kerouac) entonces todo vibra y todo cambia, y me hago un poco más mayor y más sabio.
Y es que es un mundo de cartón piedra este en el que nos ha tocado vivir, y las fronteras entre unos y otros individuos se difuminan con los muros de unos y ceros y las redes sociales que nos dan el don de la palabra y nos quitan a la vez la voz. Siendo nuestra la culpa.
6.-Solos, rodeados de gente.
No es lo mismo buscarse la Vida que encontrarse un sueldo, que dice el Rapsus.
Canciones para tomar drogas malsanamente, volumen 4:
Dúo cobra - "Panayonqui 76"