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Noviembre

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Este mes me está costando más que otros de llevar. En el trabajo la cosa está de cada vez peor -cada vez más como siempre- y las tediosas pruebas y ensayos y tests crecen en número, que no en soluciones, y no en manos para darles dichas soluciones, así que ahí estamos los de siempre, con mierda hasta el cuello, sin tiempo para pensar, mientras se nos exigen respuestas, conocimientos, medios y elementos que sólo algunos sabemos dónde encontrar, mañana tras mañana, tarde tras tarde.

Entrar al edificio en esa mañana nebulosa típica del Bajo Llobregat y salir de noche, esa noche con nubes a trozos, sin estrellas, de un negro azulado difícil de distinguir entre tanta contaminación lumínica típica barcelonesa, me crispa los nervios y me hunde el ánimo.
La música al máximo, la prisa intermedia, no hay tiempo que perder para salir de aquí, no hay adónde ir ni qué hacer, en realidad, una confusa escala de valores rige mi rutina y me dirige hacia la nada.

En casa, el tiempo pasa sin detenerse, sin darme cuenta de su velocidad -¡pero ya son las...!- y entre tocar el bajo, leer un poco más, perderme por Internet y en mirar a las musarañas se me acaba el día, la semana, el mes, el año, un año más sabático que enérgico, con más viajes que ningún otro, de momento, con algunos palos de los de toda la vida, echando en falta a algunos de toda la vida y echando de mi vida a otros tantos. Soledad, agridulce compañía.


Canciones para tomar drogas malsanamente, volumen 6:

King crimson - "Moonchild"

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