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Simón strikes back

lunes, 5 de marzo de 2012

¿Cómo se llama al contrario de las espinas clavadas en el corazón?

Quiero decir, busco el nombre de aquello que te haya llenado immensamente el alma, algo en lo que puedas pensar cuando te hace falta, cuando las cosas están fatal, cuando no puedes más, cuando necesitas arrancarle una sonrisa al niño que fuiste para poder seguir siendo el adulto que eres, cuando has de conseguir seguir de pie, o corriendo, o luchando, o avanzando en el fango o contra la tormenta que se cierne.

No sé si eso tiene nombre.

Lo que sí sé es que duele infinitamente más arrancarse del corazón esas cosas que arrancarse las espinas que puedan aparecer con la vida.

Porque esas "anti-espinas" por darles algún nombre, son la base y esencia de casi todos nosotros, y cuando has de sacarlas de ahí, el vacío que se crea es mucho mayor de lo que puede pensarse en un primer momento.

Hablaba de enemigos, hace algunas entradas. De cuál es la huella que nos dejan, de cómo nos forjamos a nosotros mismos para contrarrestrar su influencia, y de cuán perdidos nos sentimos cuando descubrimos que nuestra importancia en su existencia es nimia, y que dicha enemistad fue pasto de las llamas, con los años. Nótese el paralelismo entre la influencia benigna y no-benigna de los protagonistas intangibles de ambas entradas.

Y no digo nada, pero te lo digo todo.

Cuando te peleas una y otra y otra vez, reviviendo cosas contra las que nada podías, y aún así hiciste todo lo que estaba en tu mano, sabiendo que de nada servirían, madurando a patadas y con prisas demasiado pronto y rápido, cuando tú mismo eres tu juez, tu verdugo, tu castigo, cuando te conviertes en tu mayor látigo para seguir con la frente alta y la dignidad intacta, cuando eres tú aquél que se enseña y se ensaña, y aprende y se deja arrastrar, ¿qué queda cuando parece que no había ninguna meta, cuando ni siquiera está claro que el camino sea camino y que los pasos hayan servido para avanzar?

Queda una absoluta y cruel perplejidad.








-Simón

2 comentarios:

Liberada dijo...

Me atrevo a citar una canción de Fondo flamenco, que dice: "No hay cosa más triste que un recuerdo feliz, que poder recordarlo y no poder estar allí".

Y ya que empiezo con las citas, te recomiendo el poema "Currículum" de Mario Benedetti (mejor si cabe en voz de Joan Manuel Serrat).

Seguro que entiendes el mensaje: vivimos intentando hacerlo lo mejor posible, pretendiendo ser felices, siempre parece que no es suficiente e intentamos ofrecer más; y, cuando por fin parece que ya hemos aprendido todo, que ya somos capaces de afrontar todo... entonces se acaba todo. ¡Tardamos toda una vida para saber cómo vivir! Los recuerdos buenos (que así creo que se llama lo contrario a las espinas) y los malos forman parte del aprendizaje ;)

Un saludo a ti y a Simón, que ya tardaba en volver :)

Anónimo dijo...

El que descrius té un nom molt fàcil....A mi me llena immensamente el alma: l'amor, l'amistat, la família, els somriures, els riures, la confiança, la il·lusió, la llibertat... la felicitat.

I aquests sentiments no s'han d'arrencar mai del cor perquè són els que ens fan estar vius per dins.

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