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UNO-OCHO-DOS

lunes, 17 de febrero de 2014

Hace tiempo que me di cuenta, pero no quise pensarlo entonces, ni darle importancia, ni enfrentarme a la verdad, ni mover un pelo. Escribo mejor cuando no estoy bien, y eso es una auténtica putada, porque me encanta escribir, y no me gusta no estar bien, y esta ambivalencia me hace almenos verle algo bueno a mi ansia destructora, reconvirtiéndola en algo útil, aunque sólo sea por un rato, y sobretodo, porque me entretiene el tiempo suficiente para que se me pasen las ganas de destrozar los muebles, de atravesar la tele con el pie, de tirar el sofá por la ventana, de abrirle el cráneo a los vecinos, sólo por proximidad, no son mala gente, en serio.

A todo esto, cada vez entiendo menos mis sueños, y lo que estos intentan decirme. Sueño con gente que estuvo aquí, pero ya no está, y me despierto y pienso en mi, y pienso que la vida va pasando, para mi, para ti y para todos, y que el tiempo afecta a todo el mundo, que no hago más que forjarme a mí mismo cada puto dñia, con cada libro que leo, con cada idea que retengo en el  cránero, con cada canción, con cada trago de alcohol, con cada contestación, con cada minuto que pasa se va consumiendo mi tiempo y temo que sea en vano, y SÉ que es en vano, y sin embargo nada puedo hacer, y me descubro pequeño en este remolino de locura y sinsentidos en los que, a grandes rasgos, puedo reducir mi vida.

¿So what? Qué puedes hacer para sobrellevar todo esto, para mantener el nivel de lucha y alerta y tensión y batalla, y el filo de la espada, y la velocidad mental y personal y procedimental, con las que atacar y defenderse de una vez, qué puedes hacer sino vivir de la mejor manera que uno crea conveniente, aún a riesgo de equivocarse, SOBRETODO por el hecho de equivocarse, y perderse en el camino, y por el placer de experimentar el dolor y poder a su vez aprender, y mejorar, y doler y dolerse, y dañar y dañarse, y volver y volver y volver y volver a empezar, a intentar, a terminar, a dejar a medias, el mérito de una obra es llevarla hasta sus últimas consecuencias, o eso tengo entendido, y mis decenas de libretas por completar dan fe de que el tiempo de mi obra está por llegar, o que mi madurez mental ha de llegar para liberar mi obra, o de tal vez me muera con esta obra dentro de mí, sin liberarla, asumiendo que exista, dando por hecho que exista, si no, ¿de qué toda esta locura? ¿de qué toda esta carga, toda esta mierda de perspectiva misticista de la que hablaba Kerouac? ¿de qué toda esta batalla interna y externa y estas cicatrices mentales? ¿de qué este dolor creador que libera y a la vez condena?

Mi nivel de beligerancia verbal es mucho más alto de lo que nunca vaya a ser capaz de demostrar, porque mi narrativa se me cuela entre los dedos y se me escapa, rehúye dejar huella, se considera una sombra, visible pero intangible, que no me permite más que acariciarla, y de ahí salen entradas de blog de asco y de odio, y de sinceridad y honestidad, y de verdad para uno mismo, y de respeto para con uno mismo, y de quitarse las vendas de los ojos, echar un vistazo al paisaje, detenerse, tomar aire, compadecerse de la propia suerte y seguir caminando, que para eso se vive.

Coño ya.

2 comentarios:

David dijo...

Todo lo que tenga que ver con el aprendizaje me interesa mucho y por eso esta bueno tener la chance de conocer cuestiones vinculadas con la educación. Por eso esta bueno disfrutar de realizar cursos por internet que nos brinden los conocimientos sin tener que salir desde casa

Rubia dijo...

y este tio qué mierda dice?

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