[Me voy a Galicia unos días, con H y con Sandra, hasta el domingo, a perderme en la montaña, escribir lo que me debo a mí mismo, pasar del wifi y del WhastApp y plantar los pies un poco en la tierra. No se desesperen, lectores, en breve volverán a leer mis mierdas por aquí. Un abrazo.]
Hace 4 meses, Frank pensaba:
Escribo con miedo, y pasión y odio, y furia.
Me inundo en las palabras, y lleno y engordo párrafos con más adjetivos que me acerquen a quien me lee. Para que me conozca y me deje de conocer a la vez. Me doy y me quito la razón. Binomio constante.
En cada frase soy alguien nuevo, parte un un cúmulo.
Una mezcolanza (gracias, Javier Calvo) de contradicciones, cursilerías en privado y a ratos, crítica incisiva conmigo con el que más, humor, autodaño, rechazo, presión y juicio, y pánico y asombro.
Soy mi mejor consejero, quien menos me conoce.
Mi potencial es secreto. Mierda, sé valiente y pelea.
Pélate los nudillos a puñetazos contra el espejo del ascensor, de nuevo.
Apasiónate con algo, rompe tus cadenas, libera el mal.
Y sal a escribir ahí fuera.
Ataraxia
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¿Realmente estas ahí? ¿Te hablo a ti o soy yo mismo? ¿Te fuiste? ¿Me fui?
¿Nunca me he ido? No quiero un sermón, no quiero parecer que hablo
intentando ser...
Hace 8 años
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