Powered By Blogger

Basura mental [1]

domingo, 22 de julio de 2012

Después de pensar tres o cuatro veces qué explicar aquí, he decidido hacer lo que hago siempre, dejar que vayan saliendo ideas y analizarlas desde ahí.

Me sigue doliendo el pulgar, para quien ya sepa de qué hablo. Ni se me hinchó la mano tanto como yo esperaba ni me ha llegado a molestar como las otras veces que me ha pasado algo así, pero la señal es inequívoca, estoy reventando por algunas partes. Como esas ollas a presión de los dibujos, que empiezan a hincharse hasta que los tornillos y los remaches saltan, destrozando ventanas y rebotando por las paredes, haciendo que cunda el pánico. Han sido y están siendo unos días duros para mí.

Mi apatía, mi extraño-estar, mi inquietud y mis neuras están más presentes que nunca. Pocas veces he tenido que lidiar conmigo mismo en un estado tan raro y tan desganado. Sin ganas de nada, echándome en cara las ganas de nada, haciendo nada, durmiendo para no hacer nada.

Y nada me ayuda.

Me encuentro de lo más apartado de mis antiguos círculos sociales, y muchas veces, yo mismo lo elegí. ¿Hasta qué punto me ayuda decir y decirme las cosas como son? ¿Porqué tengo que ver las cosas de una manera personal, única e intransferible, que parece que nadie entienda? ¿Me he aislado tanto que ya no entiendo el comportamiento social? Es cierto que me paso la mayor parte del día encerrado en mi cabeza y mis ideas, y que ahí dentro todos pensamos que tenemos razón, y que al enfrentar unas posturas con las de otros alguien tiene que salir perdiendo, pero, EH, ¿dónde acaba todo esto?

Me he replanteado, durante estos últimos días. Mi yo completo, digo. No tengo nada que echarme un cara, por mucho que me empeñe en hacerlo. Estoy bastante contento con mis contradicciones y arrogancia e inteligencia y empatía y mi a veces síndrome de Asperger. He llegado cerca de líneas que prometí no cruzar, y me he sorprendido mirando por encima de las murallas que yo mismo construí, para ver qué se cuece.

Ponerse barreras a uno mismo para luego engañarse saltándoselas. Hacerme promesas a uno mismo que nunca se cumplirán. Dead ends, cul-de-sac, la mayoría de las vidas actuales. Por suerte o por desgracia encuentro algunas respuestas en algunas de las cosas que leo, y me hacen pensar que no todo parece estar perdido o no valer una mierda, aún cuando todo parece demostrarme lo contrario. A veces encuentro un par de frases por ahí que me dicen lo que necesito oír, y no sé si serán ciertas o no, pero en ese momento son lo más necesario, lo más puro, lo más sagrado, y las tomo por válidas, y me dejo influir.

Al margen de las anteriores e inconexas ideas, también me quedan unas pocas personas cerca. Cada vez menos, cada vez mejores. Aunque creo que con palabras no sería capaz de agradecerles lo que hacen por mí en mi cotidianidad, escribo este escueto agradecimiento para que sepan que no me olvido de ellos, y que las conversaciones próximas alrededor a tazas de café serán extenuantes, sobretodo para ellos, que tendrán que escucharme. Estoy ciertamente más perdido que nunca, pero esta vez creo que poco a poco le voy perdiendo el miedo a la palabras.



Basura mental, vol. 1.

0 comentarios:

Seguidores

Creative Commons