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Random Truth [5]

jueves, 11 de abril de 2013

Verdad Aleatoria #5:


Saber un poco de todo es la forma más sutil de no saber de nada.

Puede usted ser la persona con más idea, talento, creatividad, arrojo, agallas, entereza, fortaleza y fuerza de una empresa que, si no tiene un Título, va a ver sus geniales tareas y opiniones pisoteadas y vapuleadas por doquier. La única manera de solventar eso es llegar al punto en el que la antigüedad en una posición les dé credibilidad, pero para llegar a ese estadio antes tendrán que haber sido ninguneados infinidad de veces, y para cuando lleguen de lo último que tendrán ganas es de involucrarse más en algo que ya de por sí aborrecen.

No entiendo a la gente que dice disfrutar de su trabajo. De veras lo digo. Es absolutamente cierto que existe gente con tal suerte, pero son casos contados, con empleos inimaginables para el resto de los mortales. Por norma general, los seres humanos estándar tenemos que batallar en empleos que no nos gustan, luchando por sobrevivir 8 horas encerrados en un edificio lleno de luz artificial, caras iguales y sin personalidad por todos lados, entre otros hándicaps, y eso si tenemos suerte de tener empleo que, estando como está la cosa, tener mala suerte ya es tener mejor suerte que algunos (que muchos), vive Dios.

Y después de las 8 horas de lucha a muerte contra el propio código ético de cada uno, apartando de la vista los principios con los que tanto dimos la vara en nuestra adolescencia y de los que tanto nos enorgullecimos en su día, dejándolos a un lado como una rueda pinchada que necesita recambio, como los hijos que se quedan huérfanos por un padre que se fue a por tabaco y nunca volvió, como esas películas y libros que son prestados y nunca devueltos, esperando volver a su estantería de origen algún dia, antes del fin de los tiempos, aún tenemos que salir y enfrentarnos al mundo exterior, a pagar el alquiler, a discutir con la familia, amigos, novia de turno, a emborracharnos, a pagar las facturas, a aprender Inglés, a sacarnos graduados nocturnos, a hacer la compra, a cocinar, a drogarnos, a leer, a vivir.

Dios mío, pero quién coño va a valorar su vida con unos horarios así.

Quién coño puede disfrutar de su vida teniendo en mente tantas y tantas horas de trabajo inútil, que a la larga nada reportan a uno excepto la sensación de que ha vendido sus ideales por unos principios a los que siempre se opuso, y tantos y tantos años de deslomarse y dejarse la vista delante de un ordenador, o de sufrir del síndrome del túnel carpiano a todas horas, venga a redactar documentos que no pueden decir menos, aún teniendo más palabras.

Y ¿yo? Sí, sigo en este trabajo de mierda, pero al menos digo las cosas como las pienso, y sigo sin saber porqué nadie me ha tachado de niñato y de defensor de causas perdidas. Tal vez sea una especie de Winston (1984) y el Gran Hermano esté confabulando contra mí, negando reacción alguna a mis opiniones, haciendo de ellas palabras vacías y baldías, esperando a que me canse de quejarme, esperando a que me convierta en uno de ellos.

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